África en 2024: vientos de cambio, emancipaciones y desafíos

Para mostrar este contenido de , debe autorizar las cookies de medición de audiencia y publicidad.
Primera modificación:
¿Será 2024 recordado como el año que marcó un nuevo giro en África? Durante estos 12 meses se observaron una serie de transformaciones políticas, geopolíticas y sociales significativas, donde unos vientos de cambio emancipatorio han traído avances, pero también contradicciones y retos. Detrás de estos cambios está la mayor fortaleza del continente: su juventud. Según la ONU, el 70 % de la población subsahariana tiene menos de 30 años.
Los vientos de cambio soplaron con fuerza sobre el continente africano en 2024.
Las nuevas generaciones, sea cual sea el rumbo que tomen, buscan romper con el pasado. Defienden su deseo de autodeterminación, nuevos modelos políticos y alianzas internacionales, escribiendo así un nuevo capítulo en la historia de su continente.
En este especial de France 24 les proponemos una retrospectiva de 2024 en África, destacando los eventos que han contribuido o están contribuyendo a transformar el continente.
Sahel: descolonización y recolonización
Una de las regiones que siguió con la dinámica de cambios iniciada hace unos años fue el Sahel; esa franja del continente que se extiende de Mauritania hacia Sudán y que separa la África subsahariana del África del Norte. En los últimos años, los vientos no han dado tregua a esta región.
Entre 2020 y 2023, fue remodelada por golpes de Estado en Burkina Faso, Mali y Níger, así como en Guinea y Sudán, aunque el contexto de estos dos últimos países fuera diferente.
Los gobiernos militares que ahora lideran Burkina Faso, Mali y Níger -con amplio respaldo de la juventud y la población- continuaron este año dirigiendo sus políticas hacia lo que ellos mismos denominan una mayor autodeterminación.
¿En qué consistió esta autonomía? En el distanciamiento de Occidente, y en particular de la antigua potencia colonial, Francia.
Mali, Níger y Burkina Faso ya se habían enemistado con París, rompiendo los lazos diplomáticos y obligando a las tropas francesas a retirarse.
Este año profundizaron este alejamiento, y contra toda expectativa, Chad, el último aliado clave de París en la región, también pidió la retirada de las tropas francesas, ratificando de esta manera una tendencia regional. Al mismo tiempo, el vecino Senegal insinuó que en algún momento solicitaría a Francia retirar sus tropas.
Para mostrar este contenido de YouTube, debe autorizar las cookies de medición de audiencia y publicidad.
Además de alejarse de Francia, Mali, Níger y Burkina Faso abandonaron la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO), acusándola de falta de independencia y de servir intereses franceses. En respuesta, estos países crearon su propia organización de defensa: la Alianza de Estados del Sahel.
Sin embargo, esta búsqueda de nuevas independencias por parte de los nuevos gobernantes del Sahel y de sus poblaciones podría generar nuevas dependencias.
Ahora más que nunca, el Sahel es escenario de disputas internacionales por recursos clave como el oro, el uranio y el litio. Rusia, con los paramilitares de Wagner -ahora África Corps-, ha reemplazado como fuerza militar a las fuerzas occidentales, sin detener el avance yihadista. Turquía, por su parte, busca reforzar su presencia a través de cooperación militar y comercial, mientras que China continúa consolidando su influencia en sectores estratégicos.
Senegal: una emancipación histórica
Al oeste del Sahel se encuentra Senegal. Sobre este país, los vientos de renovación soplaron con fuerza. Tras las agitadas elecciones presidenciales de marzo de 2024 y una campaña electoral caótica, en la que el presidente saliente Macky Sall y su partido hicieron todo lo posible por impedir que el principal partido opositor, Pastef, respaldado por la juventud, participara, este último ganó.
"Espléndido", "histórico", "casi una revolución"… Los superlativos abundaron en la prensa nacional e internacional para calificar este cambio de modelo de gobernanza que se impuso, además, de manera democrática; a través de las urnas.
Así, tras acontecimientos dignos del guion de una telenovela, dos jóvenes exinspectores de impuestos que llevaron a cabo su campaña desde la cárcel fueron elegidos para dirigir el país: Bassirou Diomaye Faye como presidente y su amigo y mentor, Ousmane Sonko, como primer ministro.

Ambos, líderes de Pastef, representaron durante años la cara joven y emancipatoria de la oposición al gobierno de Macky Sall.
Ahora que llevan unos meses en el poder, su programa parece diferente al de todos sus predecesores, reflejando las aspiraciones de una juventud cansada de la clase política tradicional y de sus vínculos con Francia. El dúo Bassirou-Sonko promueve un proyecto rupturista, inspirado en un panafricanismo de izquierda.
Para mostrar este contenido de YouTube, debe autorizar las cookies de medición de audiencia y publicidad.
Sin embargo, su tarea no será sencilla. Deben transformar el país más allá de medidas simbólicas y evitar caer en la tentación del poder absoluto.
Según el experto senegalés en derechos humanos Ibrahima Kane, entrevistado por France 24, los nuevos líderes enfrentan tres desafíos principales: un país en estado de deterioro casi total y sin recursos; un contexto regional inestable con la mayoría de los estados del Sahel en guerra; y la complejidad de una sociedad marcada por tradiciones locales y la influencia de la religión.
En cuanto a política exterior, a pesar de su tono panafricanista, los nuevos líderes han adoptado un enfoque pragmático. Hasta ahora, no han cortado lazos con Francia, algo que no formaba parte de sus promesas de campaña, ya que su autodeterminación se centra en frenar la explotación extranjera de los recursos nacionales y combatir la corrupción.
Según Kane, “aplican la realpolitik”, conscientes de que Francia es el segundo socio económico de Senegal en un contexto de crisis económica.
África austral: el fin de los partidos históricos
Otros vientos de cambio soplaron en África austral, donde este año los eventos pusieron en evidencia el deseo de las nuevas generaciones de romper, por primera vez, con los partidos históricos de las independencias.
Desde las independencias logradas en los años 1960 y 1970, y en 1990 para Namibia, los partidos que lideraron esas luchas han dominado la vida política, manteniéndose en el poder sin interrupciones.
En Sudáfrica, fue en 1994, con la caída del apartheid, cuando el Congreso Nacional Africano (ANC) asumió el gobierno, un poder que ha mantenido desde entonces. Sin embargo, según analistas, la ideología revolucionaria de estos partidos ha perdido fuerza frente a un cambio generacional, marcando lo que muchos consideran el fin de un ciclo.
Esto se refleja en los resultados históricamente bajos obtenidos este año en las elecciones de Sudáfrica, Botswana, Mozambique y Namibia.
En 2024, esos partidos fueron golpeados por vientos contrarios que sacudieron el statu quo que había prevalecido durante décadas. El primer ejemplo fue el del Congreso Nacional Africano (ANC), liderado por el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, quien el 29 de mayo perdió su mayoría absoluta en las elecciones legislativas por primera vez desde el fin del apartheid en 1994.
En el vecino Botswana, el Partido Democrático (BDP), que había gobernado sin oposición durante seis décadas, también fue derrotado. El presidente saliente del histórico partido admitió su fracaso.
En Mozambique, por el contrario, el partido histórico Frelimo enfrenta violentas protestas en las calles, acusado por la oposición y una parte de la población de fraude en las elecciones presidenciales.

Sin embargo, el viento de cambio no llegó a Namibia, donde, según analistas, la falta de una oposición fuerte permitió que el partido histórico ganara nuevamente las elecciones. No obstante, los opositores en este país tampoco aceptaron los resultados, aunque no hubo protestas significativas por parte de la población.
Durante mucho tiempo, los movimientos de independencia contaron con el apoyo y la lealtad de un electorado que ahora envejece.
Sin embargo, estos partidos han sido lentos para adaptarse y responder a los nuevos desafíos emergentes. Así, se muestran incapaces de captar y movilizar a los born frees, esos jóvenes que no vivieron las luchas por la liberación y que enfrentan desigualdad, desempleo y pobreza, especialmente en Sudáfrica.
Según el Banco Mundial, en Botswana el desempleo alcanza el 28 %, mientras que en Namibia, el 40 % de los jóvenes de entre 18 y 34 años están sin trabajo.
En Mozambique, la crisis económica se agrava además con la inseguridad. La provincia de Cabo Delgado sigue asediada por una insurgencia yihadista que, según el ACNUR, ha desplazado a más de 670,000 personas desde 2017.
África oriental y Nigeria protestan: Sociedad civil, jóvenes y feministas piden cambios
Angola, Kenia, Uganda, Nigeria, Benín…
Las aspiraciones de cambio en África también se han manifestado a través de protestas lideradas por movimientos de la sociedad civil, desde colectivos juveniles hasta movimientos feministas.
En Nigeria, las protestas de este año fueron masivas, impulsadas por el descontento con el costo de vida, el presidente Tinubu y sus reformas económicas. La eliminación parcial de subsidios al combustible y la liberalización del tipo de cambio triplicaron el precio de la gasolina, dispararon los precios y llevaron la inflación al 34 %, dejando a millones sin acceso a alimentos básicos.
En Kenia, las manifestaciones que comenzaron en junio forzaron al presidente William Ruto a reorganizar su gabinete y abandonar una reforma fiscal que había generado amplio rechazo.
Este mismo año, las feministas protagonizaron una histórica movilización contra los feminicidios, tras el atroz asesinato de la maratonista Rebecca Cheptegei, quemada viva por su expareja.
En Uganda, los jóvenes también salieron a las calles para denunciar la corrupción de las élites políticas y exigir un cambio en la gobernanza del país.
Así, en toda África, la sociedad civil, los movimientos feministas y, especialmente, los jóvenes, han sido el motor de los vientos de cambio, expresando su deseo de emancipación: emancipación de las antiguas potencias coloniales, de modelos políticos que consideran obsoletos y de las injusticias sociales que los afectan profundamente.
¿Qué nos traerá 2025? ¿Seguirán estos vientos de cambio transformando el panorama político, geopolítico y social del continente?